Cultura
La Casa de la Cultura de Tacuarembó cuenta ahora con una Sala de Ensayos

Fue por medio del apoyo del Instituto Nacional de la Juventud (INJU), la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) y la Intendencia Departamental de Tacuarembó (IDT), que se pudo materializar este nuevo espacio cultural que estará abierto a todos los artistas de Tacuarembó. El mismo está ubicado en la Casa de la Cultura en calle Ituzaingo 364.
La sala cuenta con unos 14 metros cuadrados, la misma es acustizada acorde para el ensayo, tiene un cortinado en las paredes más reflectivas y en las otras paredes se puso paneles de absorción acústica en frecuencias medias agudas y agudas.
En equipamientos, cuenta con dos cajas de la marca FBT, una consola con 16 canales con un ecualizador, micrófonos Audix, cuatro cajas directas, sistemas de cableados, un equipo digital marca Peavey, un equipo de bajo marca Laney y una batería marca Pearl de cinco cuerpos. Se recuerda que la consola permite grabar el ensayo, los interesados para esto deben llevar una computadora con un cable USB en un L y R.
La inauguración de esta Sala de Ensayos fue el pasado día martes 19 de diciembre, estuvieron presentes el presidente del INJU, Aparicio Saravia, el intendente de Tacuarembó, Wilson Ezquerra, acompañado del director de la Oficina de la Juventud, Camilo Gutiérrez, junto a otras autoridades locales. Además, tuvo un cierre musical por la agrupación folklórica de los Hermanos Silveira que estrenaron el lugar.



“Hablando con los músicos nos encontramos que no tenían un lugar para ensayar o que si los tenían era en una casa, en un dormitorio, o en el fondo en un galpón molestando a los vecinos. Entonces, este proyecto surge gracias al oído de haber escuchado la demanda de los jóvenes tacuaremboenses”, expresó el director de la Juventud, Camilo Gutiérrez.
Por su parte, el director del INJU, Aparicio Saravia, destacó el trabajo de los gobiernos departamentales en conjunto al gobierno nacional para llevar adelante este tipo de políticas públicas y culturales, además, destacó el rol de las direcciones del Mides en Tacuarembó y de la Juventud.
Por último, el intendente de Tacuarembó, Wilson Ezquerra, resaltó al departamento por la enorme cantidad de artistas que tiene. “Esto es orgullo departamental, esto es de la historia de Tacuarembó, pero es una historia que tenemos que saber cuidar y proyectar, por eso es que estamos pensando el próximo año en lo que es la proyección en cultura en toda su expresión”, dijo el jerarca.
Portal del Norte

Cultura
Tunda Prada lleva la magia de la arena y el sonido al Teatro Escayola con «Duna»

Escribe Tito Espinosa|
Fotos: Duna web oficial|
El próximo 24 de mayo, el Teatro Escayola de Tacuarembó se prepara para una experiencia que promete trascender los límites de lo convencional. El artista uruguayo Tunda Prada desembarca en la ciudad con su obra «Duna», un espectáculo que se presenta como un fascinante cruce de caminos entre lo sonoro, lo visual y lo táctil, todo sazonado con una profunda raíz identitaria. Olvídense de las pantallas parpadeantes y los efectos prefabricados; Prada propone un viaje artesanal donde la arena, la música y el gesto humano se entrelazan en una danza en vivo y a todo color.
En una era dominada por la inteligencia artificial y la producción en masa, «Duna» se erige como un manifiesto de lo auténtico, de la belleza que emerge del trabajo manual. Prada, con la guitarra como punto de partida, teje una trama sonora que abraza los ritmos ancestrales de la región – milongas, zambas, chacareras, litoraleñas, chamarritas, candombe y milongón – inyectándoles una dosis de rock, pop y experimentación electrónica. Pero la música es solo una hebra de este tapiz sensorial.
El verdadero corazón visual de «Duna» reside en una mesa de transparencia cubierta de arena. Allí, las manos de Prada esculpen paisajes efímeros, dibujos que nacen y se desvanecen al compás de la música. Una cámara cenital captura cada trazo, proyectando las imágenes en tiempo real sobre una pantalla gigante, permitiendo al público ser testigo directo del proceso creativo. Y como si esto fuera poco, la mesa misma se convierte en un instrumento más: sensores y piezas estratégicamente ubicadas disparan sonidos y vibraciones al contacto con la arena, transformando los movimientos del artista en una experiencia simultáneamente visual y auditiva.
«El espectáculo parece una cosa muy impresionante pero en realidad es algo muy sencillo», confiesa Prada en una entrevista exclusiva. «En tiempos de la inteligencia artificial donde muchas creaciones están por fuera de lo artesanal esto se vuelve un espectáculo muy artesanal. Si bien el obstáculo está apoyando con tecnología lo hacemos todos con nuestras propias manos.»
Pero la propuesta de Prada va más allá de la mera exhibición artística. Consciente de la importancia de la inclusión, el espectáculo incorpora la participación de dos intérpretes de lengua de señas que traducen tanto las narrativas como las letras de las canciones, garantizando que la experiencia sea accesible para todos. Además, músicos en vivo acompañan la mayoría de los temas, enriqueciendo la atmósfera sonora con paisajes que se despliegan en la pantalla junto a las imágenes de arena. Incluso un artista de «cuestiones virtuales cibernéticas» se suma al equipo, tomando los dibujos de Prada y editándolos para su aparición en diferentes pantallas, añadiendo una capa de reinterpretación digital a la base artesanal.

«Todo lo que sucede aparece en vivo, tanto las canciones, los relatos, los cuentos y los dibujos,» explica Prada sobre su método. «Yo dibujo en una mesa de transparencia donde tengo un pedestal en el escenario y eso está captado por una cámara que proyecta para luego repartirlos por las diferentes pantallas que hay.»
La arena, elemento central que da nombre al proyecto («Duna»), actúa como un aglomerante de todas estas disciplinas. No solo proporciona el lienzo para las imágenes en vivo, sino que también se convierte en un símbolo de la maleabilidad, del constante fluir y transformación que impregna toda la propuesta. «La idea es que todo sea muy inclusivo ya que se busca tener sensaciones lo más abrasadoras posibles, eso es un poco la idea, que creo que es tan simple,» reflexiona el artista.
Prada no escatima elogios para su equipo multidisciplinario, describiéndolos como profesionales de «primera línea». A pesar de ser solo cuatro personas en escena, el enfoque sigue siendo profundamente artesanal. «Si bien trabajamos con programas para las cuestiones escénicas tanto el sonido como la imagen, para ordenarlos,» aclara, subrayando que la esencia del espectáculo reside en la ejecución en vivo y la conexión humana.
«Esta es una muy buena obra para que la vea la gente del arte, desde puntos, escultores, músicos,» adelanta Prada, sugiriendo que «Duna» tiene el potencial de resonar con creadores de diversas disciplinas.
La génesis de este proyecto singular se remonta a una profunda reflexión sobre la percepción y la esencia del arte, inspirada en la experiencia de un amigo ciego capaz de «sentir» un partido de fútbol. «Entonces se empieza a descubrir de donde salen los elementos básicos del arte que nos mueve a todos los humanos. El arte viene de la percepción y son como la raíz de los estudios del arte,» explica Prada, mencionando autores que influyeron en su búsqueda de la esencia creativa.

Este punto de partida lo llevó a conectar con comunidades de personas sordas y ciegas, descubriendo la riqueza de sus lenguas y culturas. «Entonces el espectáculo habla de cómo filtramos lo que sentimos y lo llevamos a pensamiento, por eso viene la subjetividad,» concluye Prada, revelando una capa conceptual profunda que subyace a la aparente sencillez de la propuesta.
«Las canciones son todas con raíces folklóricas que es un contraste muy grande. Donde también aparece mi mano dibujando con arena, nada de tabletas gráficas por eso es tan artesanal. Por eso lo contratamos, es como un juego,» destaca Prada, invitando al público a presenciar esta particular forma de diálogo entre tradición y experimentación.
El 24 de mayo, el Teatro Escayola de Tacuarembó se convertirá en un espacio donde la arena cobra vida, la música se dibuja en el aire y los sentidos se expanden. «Duna» de Tunda Prada no es solo un espectáculo; es una invitación a reconsiderar la naturaleza del arte, la belleza de lo artesanal y el poder de la inclusión. Una cita imperdible para aquellos que buscan experiencias que trasciendan lo puramente visual o auditivo, y que resuenen en lo más profundo del alma tacuaremboense.

Cultura
Emma Goldman revive en Tacuarembó: «Onírika», una obra teatral para despertar conciencias

Por Tito Espinosa|
En un mundo que a menudo se siente anquilosado por la conformidad y la autoridad ciega, la figura de Emma Goldman resuena con una urgencia electrizante. Este próximo sábado 10 de mayo, el Teatro Escayola de Tacuarembó se convertirá en el epicentro de esta resonancia con el estreno de «Onírika«, una obra que no solo narra la vida de esta pionera del anarquismo y el feminismo, sino que la reimagina con una energía punk y una visión contemporánea.
Bajo la dirección de Freddy González y con la potente interpretación de Angie Oña, «Onírika» nos transporta a la turbulenta llegada de Goldman a Estados Unidos en 1886. Escapando de un destino matrimonial impuesto a sus 16 años, la joven lituana se encontró inmersa en el fervor de los sucesos de Chicago, un crisol que forjó su espíritu rebelde y la transformó en una oradora incisiva y una activista implacable. La obra, según nos cuenta la propia Oña, es la segunda entrega de una trilogía teatral, precedida por la aclamada «Ser Humana», presentada el año pasado en el Teatro Escayola a sala llena.
La conversación con Angie Oña revela una profunda conexión con el personaje que encarna. «Emma siempre fue bastante renegada de la autoridad desde un lugar muy inteligente», afirma la actriz, destacando la temprana rebeldía de Goldman contra las convenciones sociales. Su huida a Estados Unidos junto a su hermana, motivada por la amenaza de un matrimonio arreglado, la expuso a la injusticia palpable de los Mártires de Chicago, un evento que encendió en ella una llama de indignación y la impulsó a buscar respuestas en las publicaciones anarquistas y en las voces de los condenados. «Emma cada vez que los leía sentía que pensaba como ellos y siente que tiene total razón, y sufre mucho cuando son asesinados», relata Oña, subrayando la profunda empatía que definió la lucha de Goldman.

«Onírika» no se limita a ser una mera reconstrucción histórica. Las imágenes de la obra, con una Emma Goldman empuñando una guitarra eléctrica, adornada con una pulsera punk y alzando un altavoz, sugieren una puesta en escena audaz y anacrónica, un eco de la rebeldía de Goldman resonando en el siglo XXI. «Es que es una obra muy actual, es más, creo que acá Emma Goldman hace de nuevo de las suyas», explica Oña con entusiasmo. «Porque está para decirle a nuestro hoy, ella fue una rockera, una muy libre y que tiene tanto para dialogar con el hoy, por eso lo hicimos así con Freddy».
La estructura de la obra se concibe como un álbum de rock, con cada escena funcionando como un «track» que explora diferentes facetas de la vida y el pensamiento de Goldman. Aunque no se trata de un recital, la música juega un papel crucial en la atmósfera de la obra, prometiendo una experiencia teatral vibrante y poco convencional. «La obra es muy divertida, hay carcajadas, es una obra que es un canto a la vida, y la gente que sale de la obra, sale muy feliz», asegura Oña, desmitificando la imagen a menudo sombría asociada al activismo radical.

La actriz destaca la famosa frase, aunque erróneamente atribuida a Goldman, «Si no puedo bailar tu revolución no me interesa», como un reflejo del espíritu vitalista de la activista. En una época donde la militancia se asociaba con el sufrimiento y el sacrificio, Goldman abogaba por la alegría, la libertad y el placer como elementos intrínsecos de una sociedad justa.
Angie Oña, quien se define con un «corazón anarquista» desde su adolescencia, ve en figuras como Emma Goldman un faro de inspiración. «Una de las cosas interesantes de este trabajo, es que siento que hay una gran estigmatización o un romanticismo exagerado con respecto a lo que significa el anarquismo», reflexiona, expresando su deseo de que el público comprenda la relevancia y la complejidad de esta filosofía política. La respuesta del público hasta ahora, independientemente de su afiliación política, ha sido «preciosa», lo que sugiere que la poderosa voz de Emma Goldman, reinterpretada en «Onírika», tiene el potencial de trascender las ideologías y conectar con la búsqueda universal de libertad y justicia.

Este sábado, el Teatro Escayola de Tacuarembó se prepara para recibir una descarga de energía anarquista y feminista. «Onírika» no es solo una obra de teatro; es una invitación a repensar el presente a través de la lente de una mujer que desafió las convenciones de su tiempo y cuya lucha sigue siendo asombrosamente relevante hoy. No se pierdan la oportunidad de presenciar este «concierto teatral» que promete despertar conciencias y celebrar la vida con la misma pasión indomable que caracterizó a Emma Goldman, «la mujer más peligrosa del mundo» cuya única arma era, y sigue siendo, la palabra.
Cultura
La improvisación toma la posta: Tacuarembó se estrena en la escena del jazz

Por Tito Espinosa|
En el vasto paisaje uruguayo, más allá del eco del candombe, el folclore y la melancolía del tango, un nuevo sonido comienza a tomar forma. Impulsado por la visión de cinco músicos apasionados, el Primer Festival de Jazz Club de Tacuarembó emerge como una promesa de mantener viva la llama incandescente del jazz en todas sus gloriosas y esquivas formas. Y para dejar en claro sus intenciones, el póster del evento lo dice todo: la mirada profunda y el saxo cósmico del inmortal John Coltrane presiden este debut histórico.
Durante las últimas semanas, la imagen de Coltrane, ese alquimista sonoro que redefinió la armonía del jazz y se convirtió en un faro para generaciones de músicos, ha aparecido en las redes sociales. Una declaración audaz, un guiño a las raíces profundas y a la vez un presagio de la exploración sonora que se avecina el próximo 3 de mayo en el venerable Teatro Escayola. La fecha, estratégicamente elegida, celebra el Día Internacional del Jazz, un recordatorio global del poder unificador y la libertad inherente a esta música nacida en los márgenes.
Para desentrañar los misterios de este primer capítulo jazzístico en Tacuarembó, nos pusimos en contacto con el hombre detrás de la cortina, el coordinador del festival, Jorge Cortés. Su voz, cargada de una mezcla palpable de entusiasmo y determinación, nos guió a través de la génesis de este proyecto. “Es el primer Festival de Jazz en la historia de Tacuarembó”, afirmó con orgullo. “Queremos mostrar la diversidad del género, desde sus raíces hasta sus fusiones más contemporáneas”.

La alineación de este bautismo de fuego jazzístico promete ser un crisol de talentos. Cortés nos adelantó la presencia de un intrigante dúo conformado por la percusión innovadora de Diego Pérez y el lirismo melancólico del violín de Sebastián Estigarribia. A ellos se suma el trío de la guitarrista Agustina Canavesi, una joven promesa que seguramente dejará su marca junto a la sólida base rítmica de “Tote” Fernández en la batería y Bruno López en el bajo.
La cuota local estará representada por la banda Nogal, donde el propio Cortés empuñará el saxo, acompañado por Fernando Isasa en la guitarra, Pablo Davila en el bajo y Héctor Acosta en la batería. Pero la noche no terminará ahí. Se anuncian invitados especiales como Wilder Ferreira, añadiendo más color a la paleta sonora, y un sentido tributo al pianista local Pedro Gallegos, un reconocimiento a la tradición musical del departamento.
“Habrá muchos estilos dentro del jazz”, explicó Cortés, subrayando la amplitud de la propuesta. “Cada banda, en algunos casos, tocará sus propios temas. Tenemos compositores como Gabriel Estrada, cuyo cuarteto es un referente con mucha trayectoria junto a Gustavo Villalba”. Y como un puente hacia la rica historia del jazz sudamericano, el festival contará con la presencia de Jam Pom, una de las bandas estables del legendario Hot Club, la institución de jazz más antigua de la región.
Cortés se explayó sobre la naturaleza camaleónica del jazz: “El jazz es uno de los estilos musicales que se va fusionando con las músicas locales de distintos países, por eso tenemos el tango jazz, candombe jazz, el funk, blues… ¡son innumerables! Algunos se imaginan solo el jazz de 1900 de Nueva Orleans, pero su mundo es tan diverso que es imposible abarcarlo en un solo festival”.

Al hablar de la calidad de los músicos de jazz, Cortés no dudó en señalar su exigencia, equiparándola con la música clásica. Y luego, compartió la curiosa etimología del género: “Se llama jazz por el perfume de las prostitutas de la época de 1900, nació en los burdeles de Nueva Orleans, en los bajos fondos. Luego, como todo, evolucionó hasta la tremenda variedad que conocemos hoy”.
Pero Cortés fue más allá de la anécdota, profundizando en la esencia misma del jazz: “Este género tiene una gran diferencia con otras estructuras musicales donde tenés que tener una partitura que respetar. Para que sea jazz tenés que tener improvisación, y eso significa que el músico delante del público tendrá que crear de forma espontánea un toque, con el riesgo que eso implica, como errar notas o quedar fuera de base. Por lo tanto, implica tener dominio de los instrumentos y conocimientos profundos de la estructura del jazz”. Una declaración que resuena con el espíritu rebelde y la maestría técnica que siempre han definido a los grandes del jazz.
Tacuarembó, con este festival inaugural, busca inscribirse en el mapa de los encuentros jazzísticos uruguayos, sumándose a nombres ya establecidos como el Festival de Jazz en Mercedes y el Festival Internacional de Punta del Este, este último un imán para músicos de élite mundial. “Hay en toda la costa un gran apoyo del público, sobre todo entre los jóvenes con el jazz fusión en Montevideo, donde hay toques todas las semanas”, comentó Cortés, vislumbrando un futuro prometedor para la escena jazzística nacional, impulsada incluso por una nueva Licenciatura en Jazz y Música Creativa.
Finalmente, Cortés compartió un fragmento de su propia historia ligada a la música y al jazz, una conexión que se remonta a su infancia: “Mi trayectoria musical nace con mi abuela, cuando forma el Conservatorio Municipal y la Banda Municipal. Yo, a los siete años, corría por los pasillos del Conservatorio (hoy Casa de la Cultura), ahí hacía los deberes y estudiaba música. De ahí viene mi pasión por el saxofón. A los 11 años ya era músico de la Banda Municipal, cuyo nombre precisamente proviene del jazz en su estructura, y la verdad sonaba muy bien. Por motivos de estudio, dejé por 30 años el saxofón para dedicarme a la odontología. Pero hace dos años retomé con los saxofones, dedicándole una parte importante de mi vida a esta materia pendiente que es el saxofón y el jazz”. Una historia de pasión postergada que ahora florece en la creación de este festival.
Así, Tacuarembó se prepara para una noche donde las notas vibrarán en el aire, donde la improvisación será la reina y donde el espíritu indomable del jazz encontrará un nuevo hogar. El Primer Festival de Jazz Club no es solo un evento musical; es una declaración de amor a un género que desafía las convenciones y celebra la libertad de la expresión. Coltrane lo mira desde el cartel. Tacuarembó está lista para volar.
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