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Cultura: Entrevista al retratista Leonardo Gularte
Fue un martes en la tarde que nos vimos las caras con el retratista Leonardo Gularte (39 años). Gularte me esperaba afuera de su casa, yo andaba perdido con el mapa de Google del celular, hasta que vi al artista con brazo en alto señalándome. Me acerco y veo perros jugando con él. Me saluda con gran amabilidad y me invita a entrar a su casa. Me comenta que anda con un mate a medio tomar, pone la caldera a calentar mientras yo tomo asiento. Lo primero que veo es que la casa está impecablemente decorada, tanto el mobiliario como el decorado tienen un sentido estético. Lo que me recuerda lo que dijo el escritor español Fernando Sanchéz Dragó: «El hogar debe ser el templo de las personas». Veo libros, utensilios de dibujos, una guitarra, una bicicleta retro, y todo en perfecto orden. Gularte se acomoda en la silla con mate en mano.
-¿Cuándo comenzó el trabajo como retratista? ¿Fue desde la infancia?
-La primera vez que realice un retrato fue cuando tenía 15 años y en ese momento me di cuenta de esa sensación de bienestar que me provoca todo esto. A parte, en ese entonces, nacía de una necesidad de querer retratar a mí viejo (padre), chiveando un poco con las cosas que había aprendido en Dibujo (asignatura) en el Liceo. Tuve una muy buena profesora de apellido Gómez que me enseñó, en conjunto con el programa de la asignatura del Liceo, ejercicios suyos cuando había estudiado Dibujo y, eso me abrió una puerta al retrato.
Después me hice de un libro (señala al libro sobre un escritorio de su sala) que es un tratado de la pintura de toda la obra de Leonadro Da Vinci. Por supuesto que al comienzo tenía 14 años y no podía leer semejante libro, pero empecé a ojearlo, a copiar los dibujos que tiene tratando de entenderlos, lo que siempre me conducía al final al retrato.
-¿Es algo que viene de la infancia el ser artista?
-Las personas a muy corta edad lo primero que hacen es dibujar. Los niños buscan expresar su mundo mediante el dibujo, independiente de la motricidad ese dibujo será perfecto. Lo que pasa, es que los gurises empiezan a hacerse grandes, comienzan a hacer otras cosas y algunos cortan el hilo que en muchos marca su vida a través del dibujo. Y es que después, bueno, hay que laburar, formar familias, encarar la vida y te olvidaste de todo eso. Lo que sucedió conmigo es que nunca se me cortó ese hilo, siempre hubo una instancia en cada momento de mi vida donde necesite dibujar, por eso hoy dibujo y me acuerdo de las cosas que sentía desde niño. Cada vez que dibujo siento exactamente lo mismo. Yo no dibujaba y escondía el dibujo, se los mostraba a mis padres como críticos inmediatos de quienes siempre obtenía aprobación.
Ahora digamos que hago lo mismo solo que busco un medio más aparatoso que es montar exposiciones. Y en definitiva busco lo mismo, la aprobación del espectador o desaprobación ¿por qué no?, y sobre esto último; le encuentro un mismo valor, todo es cuestión de contrastes. Entonces, sigo buscando aparte de una expresión, esa cosita de la aprobación de la gente, que te diría que va más con el ego. Creo que es el denominador común en todo artista.
-Pero estoy seguro que tienes mucha más aprobación que desaprobación. ¿No es así?
-Podría ser porque lo que hago no es nada que rompa paradigmas. No voy contra la cabeza de nadie. No es el cometido del retrato. Tal vez que en algún momento, alguno me calificó como “el que retrata a negros, viejos o a los indios”. Pero nunca lo ví como otra cosa más que una definición misma de mi trabajo que ha ido tomando muchas formas.
Mi trabajo en esencia consiste en contar historias a través del retrato. Por eso gran parte de mi obra consiste en retratos de amigos que voy conociendo por el mundo y la vida. Lo que cuento a través de ellos difícilmente tenga lugar a una “desaprobación”.
-¿Fuiste a algún taller?
-Nunca, pero hubiese sido grandioso seguro hubiera enriquecido mi camino. Pero no se dieron las circunstancias.
-¿Eres de investigar lo que hacen otros artistas, ya sean locales o internacionales?
-Sí claramente investigo, y mucho, pero no me siento dentro de una corriente o “ismo”. Solo sé que me gusta hacer retratos, es casi como una necesidad que busca alimentar mi espíritu. Pero te cuento que ahora hay un resurgimiento del retratismo -y hete aquí lo ambiguo porque hablamos de un “ismo”- que había perdido su valor con la aparición de la fotografía (Finales del siglo XIX). El retrato fotográfico se popularizó y mecanizó dando la posibilidad de llegar a todas la clases sociales y el retrato por encargo a un artista de a poco comenzó a quedar en desuso. Hay un nuevo resurgimiento del retrato pictórico, así como una nueva forma de compartirlo al mundo que a través de las redes sociales. Estas han permitido tener tanto un espacio para exponer con un alcance inimaginable.
En Montevideo hay grandes retratos pero en murales urbanos…
-Sí, pero eso es bien del sur. Podes encontrar algo en San Gregorio. Acá en Tacuarembó nunca hubo eso. Al menos en mi época de adolescente era algo que considero sería muy caro, era más fácil tener un lápiz que una lata de spray. Entonces lo que te quedaba acá era dibujar en las cuadernolas del liceo y ocupar algún que otro papel garbanzo de dibujo. Por eso creo que no se desarrolló el retrato en mural, además de la propia idiosincrasia de Tacuarembó, tan conservador que me ha hecho imaginar que San Gregorio es un universo paralelo, una realidad alternativa.
-¿Qué utensilios y materiales tienes ahora para hacer tus retratos?
– En mí caso he ido incorporando un montón de herramientas según lo que fuera consiguiendo y fuera probando. Por ejemplo, (se levanta de la mesa y me invita a entrar a otra habitación para mostrar sus materiales) diversos tipos de pinceles, lápices, carbonillas, polvo de carbón, polvo de sepia, carbón compactado, también tengo un invento mío (lo toma) que es un lápiz con una extensión no para tocar las hojas con los dedos. Y de ahí hago estos retratos ( empieza a mostrar sus trabajos ) que están en hojas de 35 x 50.
¿Cuánto tiempo te lleva hacer uno de estos retratos?
-Quizás un día entero y de sumar las horas serían unas 10 horas. Para hacer esto (toma uno de sus retratos) puedo arrancar tranquilo de mañana con un mate y terminar en la noche. Lo que pasa es que con el ojo la primera vez uno no ve los detalles (agarra una lupa y una fotografía). Por ejemplo, en esta foto veo cada vez más detalles que los incorporo en el retrato que estoy ahora haciendo. Llega un momento que terminas porque ya no ves más nada. Ya el ojo captó todo lo que pudo. Hay momentos en donde me detengo de trabajar y salgo hacer otras cosas, y cuando vuelvo observo otras nuevas.
-¿Que vendría a ser el retratismo?
El primer cometido del retrato, desde su génesis con las monedas persas, saltando al retrato escultórico en la época romana, es representar un momento un estado emocional, pero sobre todo la apariencia visual de un individuo. Hay muchas obras famosísimas como para explicar el retrato desde Leonardo Da Vinci, Rembrandt y Van Gogh. Pero por alguna razón elijo siempre poner como ejemplo el retrato de Paco de Lucía hecho por Oswaldo Guayasamín, te das cuenta que toma los rasgos principales con los que rápidamente capta la esencia; es una cara alargada con rasgos exagerados. El artista supo captar las líneas del rostro para quién lo vea diga que es Paco de Lucía. Lo mismo lo puede hacer un caricaturista, o un tipo en un juzgado dibujando la escena. Lo otro, que no es menos importante, es el detalle que es lo que genera más diálogos de comunicación con la persona que está mirando. Las imperfecciones también son parte importante de la obra cuando no evidencian una inhabilidad.
-¿Tienes talleres a tú cargo?
– Tengo un taller ahora, sí. Comencé en 2018 en la Cátedra Washington Benavides (Tacuarembó). Después me trasladé Club del Libro donde estaba ubicada la biblioteca de Tomas de Mattos antes de ser trasladada a la biblioteca nacional, donde nació otra propuesta con un estilo de taller diferente, de la mano de Matilde Vera, quien me dió las herramientas para darle un giro a la dinámica de las clases en 2019, que junto a mi propia y particular naturaleza de comunicarse con los talleristas daría lugar al nacimiento de una forma sin precedentes en Tacuarembó de dar clases de dibujo. Luego hubo un breve impás por la pandemia, en 2020 y en 2021 retomó después que la cosa se despejó. Ahora sigo con mi taller con la misma dinámica, con una convergencia de edades y personalidades vastas que por sobre todas las cosas conforman un grupo humano de total excelencia que se enriquece a través del intercambio.
-¿ Qué va a esperar un alumno que venga tú taller?
-(Toma un sorbo de su mate y se acomoda de nuevo en la silla) Algunos al principio esperan a que yo mágicamente le enseñe a dibujar. Luego comprenden que el resultado responde a un montón de factores. Hay personas que por una cuestión de psicomotricidad o cómo se mueven en el espacio, no van a aprender a dibujar como quisieran o imaginan. Yo no le puedo enseñar a una persona de edad avanzada que abandonó el dibujo desde niño, que cortó ese el hilo como te comentaba, de la misma forma que a alguien que siempre tuvo una continuidad en ese ámbito. Lo que esa persona va a hacer es volver a descubrirse y a sentir esa pasión por el dibujo sin importarle el resultado. Esa persona habrá descubierto el sentido del dibujo, esa persona habrá encontrado alimento para su espíritu inquieto y hambriento de expresión. El taller funciona desde 2019 martes y viernes, y sábados con los niños. Hubo en varias oportunidades adultos que a los sábados llegaron con un trabajo en proceso para que les ayude a darle un avance que los sacara de este atasco creativo en el que se encontraban. Eso era hermoso.
-¿Puedes explicarme más del funcionamiento del taller?
-El alumno que recién arranca, lo saco rápidamente por la manera que dibuja. Me hago una idea , me armo una imagen abstracta de lo que eres, viendo el último dibujo tuyo. Aunque no recuerde a la siguiente clase tú nombre, te identifico por tú último dibujo. Tengo una carpeta llena de ejercicios, más de 1000 imágenes, todas desordenadas pero en mi cabeza sé dónde están esas imágenes y se que es exactamente lo que necesitas para ir avanzando. Cada compañero avanza de manera y ritmo distinto según su propia naturaleza. Los sábados, que son los días que vienen los más chicos de mis alumnos, son como bajar a lo más primitivo. Es volver a la niñez, es renovación del alma. Benditos sean los sábados a la mañana y benditos sean esos niños que lo resetean a uno. ¿Viste cuándo te vas a campaña o al monte? Es como volver a cuestiones primitivas y lo siento así. Yo me entiendo muy bien con ellos, nunca dejé de ser el niño que dibuja, y también los entiendo a través del dibujo. Y dependiendo de la edad, tendrán ejercicios acordes a esta.
¿Has realizado exposiciones en otros lugares?
-Tengo una exposición permanente en la torre del Cuartel de Bomberos, que consiste en diez retratos que representan a los directores nacionales de bomberos que ocuparon el despacho de esa dirección a partir de que la institución pasa a pertenecer al ministerio del interior y ocupa el cargo el primer director que es bombero. Siendo antes, que perteneciendo al ministerio de defensa, era nombrado para el cargo, un jerarca militar, ajeno a la actividades bomberiles. Expuse en el Prado en 2019 una muestra que se llamó Tacuarembó con los pies descalzos. En Punta del Este, en Pueblo Gaucho, siempre con la misma impronta, armar una historia a través de una serie de retratos.
Expuse en Buenos Aires junto a otros artistas de Tacuarembó. Ahora tengo una exposición en el Quiosco de Cabesas Bier en el Balneario Iporá que se llama Alter Ego – Céntrico una muestra comprendida por trece retratos de amigos que he hecho trillando por la vida y cuyas historias han hecho que me vea a mi mismo viviendolas cada uno de ellos es mi yo alternativo, en un imaginario, que es un estado que ocupa gran parte de mi vida de soñador. Hay un juego de palabras en el nombre de la muestra que termina en realidad resumiendo todo y es lo que te decía al principio, al artista lo mueve un ego que muchas veces redunda en un egocentrismo que lo convence de que lo que hace es tan importante y bueno que debe ser mostrado.
-¿ Me podés contar más en detalle la experiencia de haber retratado a la poeta Circe Maia?
-Es una de las historias más lindas que atesoro. Teniendo como antecedente la creación del retrato de Washington Benavides, en algún momento se me ocurrió que sería importante retratar a los exponentes de la cultura de Tacuarembó. Es por eso que mi siguiente retrato sería el de Circe. Una compañera del taller, Susana Fernandez, que es su amiga, fue quién me generó el contacto para reunirme con ella. Fue una mañana de fines de abril o principios de mayo de 2020, ella me esperaba en su casa. Nos fuimos a su jardín en el patio trasero; entre charla y reconocimiento de plantas buscábamos un lugar dónde conjugaron las luces y sombras que darían lugar al contraste que luego se traduciría en el retrato. Ella sabía exactamente lo que yo buscaba, así que fue adoptando las posturas muy naturalmente, al tiempo que me sugería y daba diferentes opciones. Tomé algunas fotografías que luego utilizaría para el retrato. La mañana del 16 de mayo de 2020 estaba nuevamente en su casa con el cuadro abajo del brazo, envuelto en un jergón. Estaba Ananira su hija, sus nietos Julian y Elisa y Susana su amiga, e hicimos como una especie de parodia ceremonial donde le hacía entrega de su retrato. Tengo una foto del momento en que ella se encuentra con su otro yo en sepia y que es el registro del momento más mágico de esa mañana.
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Entrevista a Lucas Sugo: Su infancia en Tacuarembó, el salto al éxito nacional e internacional, su presente
Por Tito Espinosa|
Hoy mencionar el nombre del cantante Lucas Sugo (Tacuarembó, 1978), es algo que pasó a una cuestión popular, es un nombre que resuena a nivel nacional e internacional. También, es una historia de superación, del sueño del niño cantor del interior que pasó a ser una voz que cruzó las fronteras, pero antes de eso, como nos señaló el artista: “Siempre el querer caminar, el querer ir para adelante, rumbo a esa meta, rumbo a ese sueño de tener un carrera como cantante”.
Actualmente, Lucas se encuentra trabajando como siempre, un imparable, ahora se da un gusto en su carrera, con “Canciones que Amo”, un concierto donde la mitad del repertorio son sus canciones clásicas y la otra mitad un homenaje a los artistas que han sido inspiración para el hombre nacido en Tacuarembó, nombres como Camilo Sesto, José Luis Perales, Luis Miguel, entre otros, son los elegidos.
Este próximo domingo 29 de octubre, en el Club Democrático, el reconocido cantautor uruguayo como parte de su gira titulada “Canciones Que Amo” dará un concierto. Las entradas las puedes obtener en Red Tickets y en Fresia (Joaquín Suárez 915). Organiza el espectáculo Modo Eventos Viviana Rodríguez, por reservas e información comunicarse al 097 969 554. Portal del Norte pudo tener un diálogo con Lucas Sugo hace unos días, donde nos adelantó sobre su presentación en Tacuarembó y otros temas más de su exitosa carrera.
-Este 29 de octubre vas a dar un concierto en Tacuarembó. ¿Con qué tipo de show se va a encontrar el público ese día?
Es un espectáculo diferente, muy emocionado porque estoy sorprendido de grata forma porque ya los venimos fogueando, como lo decimos en la jerga popular, y nos trae muchas satisfacciones. Lo abordamos en el repertorio y la selección del mismo en la concordancia del título “Canciones que Amo”, donde son canciones que hacen parte de mí y parte de la vida de muchos. Es un espectáculo con un 50 por ciento de canciones habituales que hacen parte ya del tal Lucas Sugo, y el otro 50 por ciento se hizo con canciones que siempre tiene que estar. Si me permiten, estas salvedades en la gira, interpreto canciones de Juan Gabriel, José Luis Perales, Camilo Sesto, Luis Miguel, muchas baladas, y muchos clásicos internacionales que hacen parte de mi formación como cantante e intérprete, que justamente en esta gira me permito eso tan especial y lo celebro. Porque, donde vamos con el tour vemos que la gente se engancha emocionalmente y lo disfruta, y eso me pone contento.
-Tengo muchas cosas que preguntarte. Cuando tu nombre se volvió muy famoso en la escena musical nacional e internacional, resonaba que eras de Tacuarembó pero que vivís en Rivera. ¿Dónde naciste y te criaste en el departamento?
Yo nací en Tacuarembó y a los dos años y poquito, mamá se mudó a Rivera. Entonces, toda mi vida la hice en Rivera pero obvio que los lazos familiares están por la zona de Tacuarembó que tanto quiero, que tanto estimo. Incluso, tuve poco vínculo con mi familia paterna porque mi padre lo vi tres veces nomás en mi vida, tuve mucho más vínculo con la familia de mamá que recuerdo siempre pasando la sexta sesión, rumbo al Cerro de la Aldea por ahí era la chacra del abuelo, y de ahí el primer acercamiento también, con la familia de los Sugo, dedicados a la empresa de camiones.
-Estuviste de gira hace poco por España y también trabajando con el artista español Álex Ubago, que es super famoso. ¿ Cómo manejas ese salto emocional de ser un artista del interior y pasar a la escena musical internacional?
¡Uy, hermano! Emocionalmente hablando es muy fuerte. Este camino siempre se trató de un sueño, del sueño del niño cantor, del gurí que se crió en el interior del país que veía que las oportunidades lo veía cuando prendía la tele pero no lo veía en sus entre manos, y entre al concreciones artísticas. Pero gracias a dios siempre tuve mucho apoyo de parte mamá, yo me crié solo con ella. Y siempre el querer caminar, el querer ir para adelante, rumbo a esa meta, rumbo a ese sueño de tener un carrera como cantante. Felizmente, las cosas en estos últimos tiempos se han dado y han tomado una dirección, reconozco, importante que me llena de orgullo y que también de alegría, de decir: “¡Wow!” Viste cuando algo cuesta tanto, tanto, que cuando llega lo valoras mucho. Y esta carrera se nutre de eso, de honestidad, de lo que siento, del respeto hacia el público que me lo gané y del profesionalismo.
-También tienes esa faceta, por decirlo de algún modo, como conductor de un programa como es La Voz. ¿ Cómo manejás ese lado didáctico del cantante?¿ Qué cualidades debe tener un cantante para hacer una carrera musical?
Lo más importante me parece que es la cuestión de la disciplina, de la actitud. Porque muchos, quizás, están arrancando por esto de tener talento para llegar pero no solo con el talento se llega. Es mucho más una cuestión de perseverar, uno se tiene que enfocar todos los días y trabajar ese sueño, no quedarse en la emoción de la resignación. Siempre en la vida hay que remarla, con valores, con buena ley, por el lado de querer aprender, de no necesitar pisar al otro para llegar, sino que uno tiene que sacar del fondo esa entereza para seguir. Por lo tanto, es muy importante el talento, pero mucho más la disciplina y la actitud.
-En esa disciplina que hablás: ¿Cómo es el día a día de Lucas Sugo? ¿Me imagino que tiene horas para cantar, para componer, para ensayar, y las giras con una agenda particular?
La organización en la vida es fundamental, es una disciplina constante. El tener horarios para todo. Por eso yo sigo estudiando, tengo una vocal coach, que es una profesora de canto. Tengo un estudio de grabación en Rivera donde grabo y donde también estudio, porque me parece que eso es clave en la vida, el siempre querer aprender más. También tengo mis tiempos para mi familia, para compartir con mi pareja, con mamá, con mis hijos. Donde vivimos es una zona rural, donde tengo unos caballos, unos perros, donde me encuentro conmigo también. Con las giras es otra cosa, todo es atípico, porque depende de los horarios de llegada de viaje de los espectáculos, de las pruebas de sonido, de las entrevistas que tengas que hacer.
-¿Su aprendizaje como músico fue de odio o podría decirse académica?
Sí, yo estudié en el conservatorio pero también de oído. Ambos van de la mano, porque a veces se piensa que una cosa no es compatible con otra. Incluso, me ha pasado cantar en los tiempos de los bailes donde había que sacar un tema escuchando un cassette, porque no había partitura para eso. Entonces, todo eso sirve para la formación como músico y debo aconsejar que el deseo de superarme me ha ayudado mucho.
-Veo tu canal de Youtube y hay más de 700 millones de reproducciones, es 1 de 10 personas en el mundo que escucharon un tema tuyo, medido en el global. ¿Qué impresión te da eso?
Muchos artistas optan por no pronunciarse tanto de eso, por los números de las redes y está bien. Yo voy por el otro lado, porque lo mío también es un sustento, también es un trabajo donde es importante todo lo de los números, más cuando son números orgánicos, no comprados. Eso más de 700 millones de visualizaciones es de gente, que un cristiano fue y puso el tema de Lucas Sugo, la gente me está regalando la posibilidad de seguir en mi carrera, la posibilidad de seguir en lo que amo que es la música, y es el apoyo afectivo, que tanto se necesita en esta carrera.
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Dos vidas a la literatura: Se realizó un homenaje a Susana Cabrera y Alfredo Gravina
En el marco del “Día del Libro”, el pasado viernes 26 de mayo en la Casa de la Cultura de Tacuarembó, se realizó un homenaje a los escritores Susana Cabrera y Alfredo Gravina. El evento contó con alumnos de primaria, además se hizo un descubrimiento de unas fotos de los mencionados escritores, que serán parte ahora de la galería del patrimonio.
Como oradores en el homenaje, estuvieron el director de Educación y Cultura de la Intendencia Departamental de Tacuarembó (IDT), Carlos Arezo, el docente Santiago Cortés y el Dr. Eduardo Gómez Lagos.
Gravina, un escritor comprometido con lo social
“Alfredo Gravina nació en Tacuarembó en el año 1913 y murió en 1995 en la ciudad de Montevideo. Siendo niño se fue a Clara donde cursó algunos años de escuela rural, y retornó a la ciudad para radicarse luego en Montevideo. En 1939 publicó su primer libro de cuentos “Sangre en los Surcos” , que agrupan cuentos de temática urbana y rural, que se insertan en la tradición realista de la narrativa con la modalidad de realismo crítico.
Este enfoque será simultáneo a otras novelas latinoamericanas, como por ejemplo ; “Los capitanes de la arena” de Jorge Amado. Sus personajes pertenecían a un presente con el del lector, y dramatizaban los abusos de la clase social dominante. Su siguiente libro será “El extraordinario fin de un hombre vulgar” de 1942, dos años después pública su segunda novela “Historia de una historia”, en la cual vuelve como tema el condicionamiento económico, como un hilo conductor de un argumento narrativo. En 1948 publica la novela “Macadam”, que logra despertar el comentario de Mario Benedetti.
En 1951 edita la novela “Fronteras al viento” la cual junto al “Único camino” de 1958 y “Del miedo al orgullo”, completará una trilogía cuyo rasgo común será la filiación a la escuela del realismo socialista. Esta corriente reaviva la tesis del siglo XIX, que funciona según Ángel Rama, como una estructura emergente, peculiar de momentos de agitación, que no está destinada a los proletarios rurales que la protagonizan, sino que se ha transformado en una literatura para cuadros intelectuales en América Latina. Sin embargo, podemos agregar nosotros que sin Macadam no hay esperanzas en la superación del individuo, en “Único Camino” sí las hay.
Acá Gravina toma uno de los temas más debatidos en este momento como es la relación entre la función social que debía tener el escritor y el compromiso de su arte con la causa política. A partir de 1960, Gravina muestra un profundo cambio en la concepción de la narrativa. Los siguiente libros de cuentos son “ Ojos del monte y otros cuentos” de 1962, “Despegue” de 1974, “Música y dólares” de 1986. Así como sus novelas “Tiempo arriba” de 1964 y “Seis pares de zapatos” del mismo año; se hermana con la línea de sus amigos Eliseo Salvador Porta y Enrique Amorín.
En el 1976, Gravina se va a Buenos Aires y luego a Cuba, trabaja en el Departamento de Investigaciones de Casa de las Américas, compone poesía, hace antologías de tango, escribe artículos, dicta conferencias, y como consumado bailarín de tango que era, enseña a bailar tango a todo el mundo. Poco antes de morir, estaba escribiendo sus memorias que iban a ser tituladas “Anécdotas de los cuantos continentes”. Hoy, a más de setenta años de la primera publicación de “Macadam”, tanto las 375 páginas de esta novela como toda la obra de Alfredo Gravina, nos sigue interpelando como sociedad educada y sensible que queremos ser. Exige que lo desarchivemos y que lo leamos en clave más contemporánea, y los reclamos fundacionales de la nueva literatura de Tacuarembó”, narró el docente Santiago Cortés.
Una vida a la lectura y la escritura
“En cuanto a Susana Cabrera, decir que nació en la primavera de 1934 en Montevideo. Y desde entonces, hasta los 22 años vivió allí en Ciudad Vieja, la cual solía recorrer con su madre, y esos recorridos aparecerán luego como parte de su obra. Le gustaba ver zarpar el vapor de la caldera de los barcos yendo a la ciudad de Buenos Aires. También allí debió haber presenciado la explosión del Graf Spee, luego de las batallas contra los ingleses. Todo esto fue marcando la vida de Susana, que comenzó la Escuela Argentina, para cursar luego Magisterio.
Siendo veinteañera, conoce a un joven estudiante para veterinario, Justino Menedéz. Apenas recibido este joven, contraen matrimonio y se viene a vivir a Tacuarembó. Cuando ella llega, descubre algo distinto que le ocurría a las muchachas montevideanas, cuando está en Tacuarembó es una ciudad poca poblada, y lo que más le llama la atención era una ciudad, que es justamente el año que comienzan obras muy importantes en 1956; es el año de las construcciones de los primeros centros de barrios y del estadio de fútbol.
Fue el proceso de unificación de los Institutos de Formación Docente, ahí ella será profesora de magisterio y de los liceos. Susana admiraba a Jorge Luis Borges, y este escritor dijo: “Hay personas que se jactan de lo que han escrito; a mí me enorgullece lo que he leído”. Con mucha justicia, la Junta Departamental de Tacuarembó, donde están los representantes del pueblo, está presente e hizo uso de la palabra el editor de Fin de Siglo y dijo que Susana “para ella lo importante era la lectura y lo que más disfrutaba”. A partir de hoy, la recordamos sus amistades y alumnos. La fotografía de Susana pasa a la galería de la Casa de la Cultura. Ahora la tenemos más cerca”, contó el Dr. Eduardo Gómez Lagos.
Portal del Norte.
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Tanta vida a la música: Entrevista a Pedro Gallego
La entrevista que van a leer es larga porque el entrevistado merece que sea así, por su enorme trayectoria en la música y su rica experiencia de vida. Pedro Gallego es pianista profesional y profesor de música, su pasión lo ha llevado a estudiar en prestigiosas instituciones de Europa, conocer otras culturas, y entablar relaciones con artistas de alto vuelo. Recientemente en el año 2019 , fue declarado Ciudadano Ilustre de Tacuarembó, honor más que merecido. A sus 80 años me esperó en su casa. Un hermoso hogar que tiene una Paloma de la Paz de Picasso en la fachada. Me hizo entrar un rato por su vida, rodeados de fotos de viajes por el mundo, pianos y libros. Me llevó al lugar donde toca el piano, me invitó a tomar asiento y me trajo una botella de agua sin gas.
-Hablemos de tus inicios. ¿Cuándo comenzó el gusto por la música?
Con el piano sentía adoración desde chiquito, a los 5 años para ser más exacto. En aquel entonces, había una vecina que tenía un piano y cuando lo tocaba era de asomarme por el porche de la casa para escucharla. También escuchaba la música de la Radio Zorrilla, además de la Radio del Sodre cuando pasaban los conciertos. Recuerdo que iba a la charca de mis abuelos en el barrio de La Pedrera, yo simulaba tocar el piano en la silla de mí tía o en su máquina de coser. Las visitas que venían por la casa de mis abuelos tenían que cantar el Himno Nacional, mientras yo lo simulaba tocar y ellos lo cantaban. (Risas)
-¿Recuerdas qué canción tocaste por primera vez en el piano?
-(Piensa). Puede ser la “Marcha Turca” de Beethoven, la versión facilitada supongo. El primer tango que toqué fue ”Felica”( Canción de Juan D’arienzo – 1954) , (Lo tararea).
-¿Cuál será el “por qué” de tocar el piano en tú caso?
-Muy bien tú pregunta. No tengo ningún antecedente familiar con la música. Es extraño. Hablando con la poeta Circe Maia, ella me dijo que esto se llama “vocación natural”, porque hay otras vocaciones que son inducidas o espontáneas. Acá en Tacuarembó hay familias de músicos por generaciones.
-Entonces te sentiste diferente con tú perfil con relación a tú familia.
-Sí, además estudiar piano era considerado algo de niñas. Es más, una vez yo iba con mí portafolio a estudiar con la querida profesora Neri Camacho, y habían unos trabajadores de la construcción por la calle General Flores, estos me preguntaron que estaba estudiando, les respondí que estaba estudiando acordeón. Me daba vergüenza decir que estaba estudiando piano.
-Fuiste de los primeros alumnos del Conservatorio en Tacuarembó. ¿Cómo era el Conservatorio en aquel entonces?
Era algo espectacular porque eran los últimos coletazos de la” Suiza de América” (Referencia a los años de prosperidad en la mitad del siglo XX en el Uruguay). Estaba Goyenola como Intendente y nos traía a los mejores profesores al Conservatorio. Venía un profesor austríaco llamado Kurt Pahlen que hacía un semestre en Viena y un semestre acá. Me enseñó Historia de la Música y estuvo a cargo del Coro. Fue él quien descubrió mis condiciones para el piano. Una vez puso una tarea, dibujó una clave del sol en el pizarrón y nos dijo: “A partir de este sol voy a tocar una melodía y luego nos preguntó :¿quién de ustedes va a tocar el resto?” ,yo pasé y toqué sin problemas la melodía. Terminó la clase y el profesor me dice que lo espere a la salida, yo lo hice y me pidió una reunión con mí madre. Yo pensaba que me quería llevar a Austria. (Risas)
Kurt le dijo a mi madre que no podía abandonar la música. Otros profesores que tuve fueron Neri Camacho Lopéz, Clorinda da Silveira y, terminé los cursos con José Tomás Mújica, que por cierto, era un genio que vivía acá.
-Estudiaste Filosofía en la Facultad de Humanidades.
-Sí, pero primero había estudiado Derecho pero no lo aguanté. Me hice amigo de una alemana que estaba estudiando nuestro lunfardo. Ella estaba becada por Alemania, y fue quien me motivó para pedir una beca para estudiar en Alemania. Me inscribí en la Facultad de Humanidades en Filosofía, me puse a estudiar el idioma alemán en el Instituto Goethe , y siempre de forma estricta. Luego pedí la beca y me la dieron.
-¿Qué te pareció Alemania?
-Horrible al comienzo, tenía 24 años. La beca era completa, me pagaron incluso el pasaje del barco, porque en aquellos años era en ese medio que se iba a Europa. El barco salía de Montevideo y llegaba a Génova, ya en esa ciudad los alemanes nos esperaban con los pasajes de tren en el mismo barco. Era una enorme organización, todos los becarios ya tenían sus pasajes de tren para ir al Instituto Goethe. En ese lugar estudiamos alemán intensivo y nos adaptamos a las costumbres.
-¿En qué año fue eso?
– Fue en 1966. Yo vivía en un cuarto en una mansión preciosa. Te puedo decir que cuando abría las ventanas veía las trenza del hielo por el frío que hacía. Un sábado por la mañana en un recorrido veo en un cartel en una Iglesia: “Aquí cantó Sebastian Bach de los 12 a 15 años en la cantoría de niños”. De golpe y porrazo te encontrás con una cosa histórica. Me encontré con el niño Bach.
-¿Se podría decir que te adaptaste?
-Me iba adaptando, eso era la preadaptación que te venía contando. La adaptación fue cuando cada becario se fue a su correspondiente universidad. Me quedé en la casa de una conocida, que estaba en un barrio precioso. El único problema era que tenía que cruzar el puente Kennedy Bridge que era larguísimo.
-¿Cómo se llamaba la beca?
-(Piensa y lo dicen en alemán). Se llamaba “Beca del Servicio Alemán de Intercambio Académico “. Era de la República Federal de Alemania, la capital era la ciudad de Bonn. La Alemania Oriental tenía Berlín como capital, y cuando fuí a esa ciudad fue una tragedia.
-Fue toda una experiencia contemplar el muro de Berlín y cruzarlo .¿Cómo era esa sociedad dividida ?
-Al ser extranjeros, los becarios no tenían problema de pasar a la otra Alemania (La Oriental). Salías en ómnibus en Alemania Federal y veías la cortina de hierro que dividía ambas Alemanias. Y, cuando se accedía al territorio Oriental, a cada kilómetro había torres de vigilancia con catalejos (Un catalejo es un instrumento óptico monocular empleado para ver de cerca objetos lejanos), que te controlaban. Había que esconder los diarios occidentales porque no se permitía tener eso. Había partes del recorrido que ponían espejos debajo de los ómnibus para controlar que la gente no escapara de una Alemania a la otra.
-¿Cómo te fue la Universidad de Bonn?
– Yo el primer año no pude hacer casi nada. No entendía el idioma a no ser las malas palabras que escribían en los bancos. (Risas) A los profesores no les entendía lo que decían, imagínate enseñado algo como Filosofía que es complejo. Algo que se daba era que cuando llegaba un profesor todos golpeaban con los nudillos los bancos, como en señal de saludo. Al tiempo ellos me ofrecieron un año más para quedarme porque vieron que me estaba integrando a su sociedad, yo me había inscrito a un Coro. Me dijeron que tenía que dar un oral frente a los profesores, y que luego me presentara a los exámenes en serio. De ahí fue a un seminario de Kant (Inmanuel) sobre , (Lo dicen en alemán; Kritik der reinen Vernunft) “Crítica de la Razón Pura”. Cuando me tocaba hablar a mí todos se reían pero me fui adaptando. Y, cuando llegó el momento, preparé el examen en una biblioteca súper moderna, fui al examen y lo salvé. Ellos vieron que estaba dando exámenes, me preguntaron sí quería estudiar un máster. Me gustaba la Filosofía pero lo mío era la música. El tema era que mí madre era viuda y estaba en Tacuarembó, y yo era el único hijo. Tuve que rechazar la beca. Ellos me dijeron que contaba con el pasaje para volver por un año más a Alemania pero sin la beca.
-¿Cómo lograste quedarte?
-Con el Coro ya había ido a varios países de Europa, en un momento me invitaron a trabajar en la oficina de prensa del Gobierno. Yo encantado acepté la propuesta que era ser voz de en un círculo de México y el Caribe, para enviar comunicados. Me pagaban en dólares, me puede comprar una máquina de escribir, que era un verdadero lujo. De ahí pude subsistir con lo que me pagaron , conocí Grecia e Italia.
-¿Cómo fue la venida a Tacuarembó después de todo eso?
-Cuando volví a Tacuarembó me pareció oscuro, poco iluminado. Seguí viviendo en Alemania meses aunque estaba en Tacuarembó. Pero hoy en día te puedo decir que estoy orgulloso de haber hecho toda mi carrera en Tacuarembó, me encanta sus paisajes: Valle Edén, Balneario Iporá, San Gregorio.
-¿Qué hiciste en Tacuarembó después de tú llegada de Alemania?
-En noviembre de 1969 estaba en Tacuarembó y se dio algo increíble acá. El Frigorífico Tacuarembó precisaba un traductor en alemán porque siempre habían alemanes que venían por negocios con el Frigorífico. Como nadie entendía a los alemanes me contrataron como traductor. Trabajé 2 años ahí, nunca gané tanta plata como en ese tiempo. Organizaba fiestas para los alemanes, hice una muy buena relación con todos.
– ¿Qué hiciste como músico acá en Tacuarembó?
-Tuve un conjunto experimental de cámara con música medieval y renacentista que el “Bocha” Washington Benavides nos dio la presentación. Todo era idea de allá (Alemania), se usaban instrumentos medievales como la flauta dulce. Los recitales eran en la Iglesia de la Cruz. Ya en esos años empecé con la enseñanza en varios centros educativos.
-¿Filosofía nunca diste como profesor?
– En principios de 1966, mientras esperaba que me aprobaran la beca di clases en el Liceo Departamental de Tacuarembó. Habían unas horas vacantes que nadie quería tomar, le pidieron a mi madre si yo no podía atender esas horas. Yo no quería venir porque ya estaba trabajando como músico pero mí madre me insistió. Finalmente volví y di esas clases de Filosofía. Fue en el Liceo que me enteré por medio de una carta que me habían aprobado la beca. Fue un papeleo enorme para entregar para esa beca.
-¿ Y tú segunda experiencia en Alemania cómo fue?
– En 1978 envíe una solicitud de beca a un Instituto Orff de Estrasburgo para unos cursos para profesores de música. Ese Instituto fue fundado por Carl Orff que fue un genio como compositor. Nos daba clases su hija con quien tuve una gran amistad. Pero tenía que viajar a Austria y no tenía el dinero para viajar en avión, y le pedí a Kurt Pahlen sí podía ayudarme prestando dinero.¡Qué increíble! Él me ayudó y después le pagué, que fueron como 800 dólares americanos. Al final, Kurt Pahlen me llevó a Austria. (Risas)
-¿De qué se trataba ese curso en Alemania?
-Sí, fue un curso espectacular. Ese Instituto queda a las afueras de la ciudad de Estrasburgo. La beca consistía en que, no pagaba el curso pero como tenía mis dólares ahorrados en aquel momento se pagaba por traveler’s cheque, que era como una chequera. En el Instituto había todo tipo de instrumentos, nosotros andábamos descalzos por unas alfombras, bien new age. Había mucha creatividad, una experiencia maravillosa. Además de que fue la cuna de Mozart.
-¿Te gustaba la música de esa época como el rock? Viste que era el gran género popular del mundo de aquel entonces.
-No me odies por lo que te voy a responder. (Risas)
Siempre me gustó la música romántica o melódica dentro de lo clásico. También la música de las películas, una de las cosas que hacía era sacar por piano la música de los films. Yo iba al cine, igual dos veces al día, para sacar la música y ponerla en un pentagrama en cualquier papel.
-¿Qué es lo qué te gusta tocar y divulgar?
-Lo melódico y música de cine. No es popular , podría llamarse “música de culto”. Viene un amigo, Fernando Ruiz, que me ayuda con las grabaciones y la difusión de mis interpretaciones.
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