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Los cambiantes paisajes de la ciudad de San Gregorio de Polanco
Por Jorge S. Da Silva|
Es con frecuencia, que se observa notables transformaciones del paisaje de San Gregorio de Polanco, dependiendo fundamentalmente de las variaciones del tiempo en el norte uruguayo; pero el principal y verdadero factor que genera los cambios en el paisaje del lugar ha sido y es la generación del embalse tras la construcción de la represa del Rincón del Bonete, lo que lo hace único a nivel del país. Aquí, en este trabajo, se tendrá en cuenta solo los aspectos relacionados con la geografía física del lugar, no trataremos las transformaciones de los paisajes productos de las actividades económicas y turísticas que se desarrollan allí.
Previo a la creación del lago –embalse– se diría, las variaciones del paisaje no diferían mucho del común denominador de los centros urbanos del país, es a partir de la presencia del enorme espejo de agua que le ha generado la impronta que la hace diferente a esta ciudad. Los déficits hídricos en la cuenca del río Negro han provocado sistemáticamente bajantes, por el contrario, las abundantes precipitaciones obligaban a las aguas a salirse de su cauce inundando las planicies aluviales. De hecho, el comportamiento del rio estaba controlado por la dinámica del clima. La urbanización se formó en lomas que rara vez eran alcanzadas por las crecidas del río Negro.
Al principio del siglo XX el paisaje de San Gregorio de Polanco era muy otro, viviendas cercanas al rio, un puerto fluvial que recibía embarcaciones que surcaban el camino de agua, trayendo y llevando productos además de pasajeros, haciendo el recorrido desde Paso del Borracho (hoy Ansina) hasta Santa Isabel (hoy Paso de los Toros).
El comportamiento del río Negro, normalmente frente a la urbanización de San Gregorio hasta antes de existir el embalse, era de un rio caudaloso cuyas aguas pasaban de largo, en uno de los bucles donde el río se estrechaba, se levantó el caserío que dio origen al pueblo. En el río las lavanderas acudían a lavar los atados de ropa. Con monte –bosque– fluvial en la planicie aluvial, cada tanto el río invadía la misma como respuesta a las intensas lluvias que se daban en la cuenca eferente. Los bancos de arena y cantos rodados en el cauce proporcionaban los áridos para las construcciones de edificios.
El anuncio de la creación de la represa en Rincón del Bonete obligó a detener los trabajos que se estaban haciendo para comunicar el sur con el norte del país; se había construido las bases de hormigón de un puente gigante para la época, en la actualidad, mudos testigos de aquel emprendimiento.
A partir de la concreción de la construcción de la represa, la historia del río frente a San Gregorio cambió radicalmente. Recordemos que la urbanización estaba en uno de los tantos bucles del curso fluvial. Se represaron las aguas formando un formidable embalse, el cauce del rio desapareció y en su lugar surgió un gran lago. A partir de entonces el río entregaba sus aguas al novel lago, aguas arriba y la nueva «desembocadura» se cambiaba de lugar dependiendo de la cantidad de agua caída en la referida cuenca. Justo frente al pueblo, cuando había gran déficit hídrico que daba origen a bajante, el agua al descender varios metros de profundidad, dejaba al descubierto parte del fondo del espejo de agua. Allí comenzaban aparecer las nuevas barras arenosas que pronto se transformaban en islas, adquiriendo el aspecto de un delta de efímera existencia. Miles de aves de distintas especies cubrían las barras en procura de alimento que les ofrecía el sedimento rico en materia orgánica. También aparecieron los troncos asomando sus ramas, recuerdo del bosque fluvial que había sido olvidado por muchos años.
Por el contrario, si en la cuenca había llovido mucho, el agua llegaba a cubrir las partes bajas que rodeaban la urbanización.
El embalse creó una costa la que variaba según las lluvias, los vientos creadores de oleajes y las manipulaciones de los comandos de la UTE. Transformado el diseño de la costa de tal forma, el embalse invadió los valles de las pequeñas cuencas aledañas dando origen a bahías, radas y las lomas transformadas en penínsulas.
Ya no se podía obtener fácilmente los áridos-arenas y cantos rodados, sólo en épocas de grandes bajantes los boteros comenzaron a cargar la arena en bolsas. La leña era y es obtenida y acarreada en botes también.
Un poco de historia nos recuerda que por el año 1944 comenzó a formarse el embalse frente a San Gregorio de Polanco, hasta el momento era una creciente tan similar como las anteriores vistas por los polanqueños, pero esta siguió creciendo, semi aislando al pueblo; llegó para quedarse, la cartografía del lugar cambió. El agua además de tapar el cauce del río, de hacer desaparecer de la vista el monte fluvial, de inundar las partes bajas aledañas a la urbanización (varias manzanas y chacras se vieron afectadas, transformando aésta en una península), tapó el área donde poco tiempo atrás había modestas viviendas. Todo había cambiado, muchos vecinos ya se habían mudado a otros pagos.
En 1946 el llenado total del lago dio forma definitiva a la península artificial, que varia su dimensión según las magnitudes de las bajantes o de las crecidas. Desapareció el bucle del río.
También, la península se transformó en una isla durante la excepcional creciente de 1959; se cortó la ruta 43 a la entrada del pueblo, muchas viviendas fueron inundadas en aquella ocasión.
En 1989, por otra gran bajante, el embalse se redujo a la mitad su superficie, y el río entregaba sus aguas al lago frente a San Gregorio de Polanco, formando muchas islas, adquiriendo nuevamente el aspecto de delta. Al igual que otras bajantes, ésta ha dejado al descubierto grandes arenales y las playas arenosas adquirieron ensanches de más de cien metros, según revelan las imágenes satelitales de la época. Las raíces de los árboles plantados para que el oleaje del lago en crecida no se llevara la arena de los médanos, comenzaron a quedar casi en el aire.
En 1992, con otra bajante, el pueblo pasó a estar en el bucle original, y desapareció la península por un corto periodo de tiempo. En 2013 otra bajante del lago artificial, en la «bahía” del noroeste de la ciudad, las aguas se retiraron y volvió a ser campo donde invadieron las vacas.
La gran sequia de los últimos años transformó el paisaje cotidiano de la ciudad, hubo que implementar un atracadero de alternativa para que el servicio de la balsa no se detuviera. La OSE se vio obligada a construir una toma de agua flotante, ya que la toma de agua tradicional quedó inhabilitada para abastecer de agua a la población. Hubo que cambiar el recorrido de los botes, por el peligro de accidentarse dichas embarcaciones, al encontrarse con troncos de la antigua vegetación, además de la aparición de nuevas islas. Hasta cambiaron las puestas de sol, una de las maravillas de la “Península Dorada”.
Alrededor de treinta areneros abastecen de arena y cantos rodados para la construcción, de este municipio, en la actualidad. Areneras y pedregullo trasladados en bolsas dentro de botes para la construcción en la península, es una fuente de trabajo que se incrementa cuando se dan bajantes importantes, las que dejan al descubierto las barras arenosas y de cantos rodados (pedregullos).
Conclusión: la historia de los paisajes de San Gregorio de Polanco está íntimamente relacionada con la dinámica del lago de la represa del Rincón del Bonete, y éstos se repiten cada pocos años con mayor o menor intensidad condicionando las actividades turísticas y económicas del famoso balneario.
Se agradece muy en especial a las profesoras Selva Kuster y Dionilda Leites por sus valiosos aportes en los trabajos de campo en San Gregorio de Polanco. Para este trabajo se recurrió a los siguientes materiales cartográficos: Plano Número 122 de RIONE de 1943. Cartas topográficas del Servicio Geográfico Militar. Imágenes satelitales de la NASA ERTS de 1975. Imágenes satelitales de GOOGLE EARTH de 1992, 2007 y 2013.