Opinión y análisis

Jeremy Rifkin| “La vida a la velocidad de la luz”

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“Quizá debamos preguntarnos qué tipo de conexiones cuentan realmente y qué tipos de accesos importan verdaderamente en la era de la economía electrónica”

Jeremy Rifkin – “La vida a la velocidad de la luz”

El Vertiginoso Ritmo Tecnológico: Entre la Saturación y la Inquietud»

¿Qué lugar tiene lo humano en un mundo inundado de rápidos progresos tecnológicos?

Por Pablo Lemos

Vivimos en una fantástica era de muchos cambios rápidos y vertiginosos como nunca antes se había visto en tan poco tiempo. Internet revolucionó por completo al mundo, y cambió para siempre nuestra forma de trabajar y de comunicarnos. Cada año sale un nuevo teléfono celular con mayores capacidades para realizar múltiples tipos de actividades en simultáneo. El sociólogo y economista Jeremy Riffkin escribió un artículo llamado: “a la vida a la velocidad de la luz”, nos invita a reflexionar hacia dónde es que nos dirigimos como humanidad, al vivir persiguiendo la cultura de lo instantáneo. Hoy lo que prima es la inmediatez, un ordenador PC o dispositivo móvil es potente en tanto y en cuanto sea capaz de realizar muchas actividades sin el menor pestañeo posible y con la habilidad de mover grandes capacidades de información sin que por ello “vacile ” ni siquiera un poco. Ni nos haga tener que esperar, porque eso nos irrita con mucha facilidad. Si trastabilla un segundo ya decimos que necesita un recambio, porque el ritmo ya no es el mismo y nuestras responsabilidades actuales demandan la subida y bajada de grandes cantidades de contenido a nivel constante. Queremos todo en un “microsegundo”.

Los dispositivos se han vuelto parte de nuestra vida de tal manera que prácticamente forman “parte” de nuestro propio cuerpo. La adicción constante a la información de último minuto, a saber cada momento lo que pasa en el mundo, es lo que nos ha tenido encadenados largas horas tras la pantalla, y llega a tal punto de que es preferible perder los lentes, o cualquier otra cosa antes que el teléfono. Y lo peor de todo es que cada vez guardamos mayor información de importancia en ellos, y eso nos obliga a estar más pendientes de los mismos. Recuerdo una ocasión en la que olvidé mi celular en mi trabajo por 24 horas, y la sensación de desconexión fué desesperante, prácticamente sentía que no existía, que estaba por fuera del mundo y que me iba perder de algo importante. Hay una sensación “fantasma” que es muy angustiante, como si te faltara una parte de tu cuerpo, (síndrome del miembro fantasma). Esa sensación en la que uno siente que alguna noticia, algún llamado o algún mensaje importante se lo va perder. Hasta que entendí que si realmente iba a surgir algo urgente y necesario, de algún modo me iba a enterar y que el mundo había sido siempre mundo aún desde antes de las ventajas tecnológicas que tanto disfrutamos hoy.

Estas maravillas de la tecnología traen sin dudas muchísimas ventajas, no pretendo en absoluto condenar los avances, ni estoy en las antípodas, ni tampoco pienso que todo ha sido necesariamente malo y que por ello hay que descartarlo todo ni mucho menos, no podemos vivir en el pasado. El punto es que hay que saber utilizar las herramientas del presente para construir mirando siempre hacia el futuro. La vía de este análisis no va por el camino del dramatismo ni tampoco del alarmismo, sino que la idea es la de provocar una actitud de sospecha ante algo que se nos vende como la necesidad del último momento. ¿Qué tanto de lo que surge, realmente necesito? Es interesante que veamos una vez más la importancia de esta actividad reflexiva como una práctica necesaria y netamente humana para generar la inquietud, la incomodidad y la reflexión con todo aquello de lo que estamos convencidos de que es obvio y que damos por sentado que está bien, porque si hay algo que es fundamental a tener en claro es que la filosofía molesta.

Muy conectados pero; ¿Libres o esclavizados?

La filosofía nos incomoda , es un saber que si se lo permitimos tiene esa capacidad de causar una molestia que da impulso para la búsqueda de nuevas respuestas, hace que podamos movernos, bien sea para refutar, concordar o profundizar, pero si algo es seguro, es que ya no veremos las cosas del mismo modo. Como buenos provocadores que somos en filosofía y sin ánimo de exagerar, debo decir también que hay algunos datos que podemos obtener hoy que más que inquietar pueden llegar a asustar, si seguimos avanzando a pasos tan agigantados, ¿que será del trabajo para la gente en los próximos 10 o 15 años? Los roles laborales están cambiando mucho, y eso genera una enorme preocupación, por dar un ejemplo, desde hace poco más de tres años, en un supermercado muy conocido de la ciudad, la mitad de los cajeros ya han sido automatizados. No precisan de las personas de la misma manera que lo veníamos haciendo en la forma tradicional. Su atractivo de inversión es enorme para los empresarios, porque no se cansan, no se enferman, no faltan, no piden aumentos, no protestan, ni hacen paros, no se pelean con otros, ni termina siendo eso un factor de bajo desempeño, etc. En cambio los humanos tenemos todos estos problemas y ambivalencias. Y esto ya es una realidad que supone replantear todos los ámbitos profesionales, entonces ¿Cuál será nuestro lugar en un mundo tan cambiante? ¿cuál será aquella actividad que mejor nos define y que nos hace esencialmente humanos en una realidad cada vez más sofisticada y precisa? Hoy las inteligencias artificiales hacen lo que solíamos hacer nosotros, replican a la inteligencia humana cada vez mejor, y logran hacer más razonamientos semejantes a los nuestros. No es nuevo decir que el rol de maestro, del periodista, del camarógrafo, etc, también ha cambiado…, y que necesita re pensarse. Pese al enorme progreso, Rifkin nos advierte que todo este avance positivo trajo aparejado otras costosas consecuencias de salud no previstas, tales como el estrés, trastornos de la ansiedad, jaquecas, también problemas de deterioro anticipado de la vista, por el uso excesivo de pantallas a temprana edad como es en el caso de los niños, la adicción al dispositivo y el consumo y producciones desmedidas en las industrias de última generación, encienden algunas luces de advertencia que Rfikin nos llama a saber analizar. Lo que nos plantea tiene el merecimiento de ser sometido a un profundo análisis que nos involucra como ciudadanos hoy y como sociedad del futuro en este país.

Bibliografía

(Rifkin, Jeremy : Editorial Paidós 2000 – “La vida a la velocidad de la luz”)

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