Cultura

Crónica: El último vuelo del Ángel Azul

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Recordando el último recital de Eduardo Darnauchans

Por Mario Fagúndez Silva

Con mi amigo Jonathan no conocíamos gran cosa del mítico Darno, dos estudiantes tacuaremboenses conviviendo en el micro mundo del hogar estudiantil administrado por la intendencia departamental. Ya habíamos sido compañeros en la Utu y ahora prolongábamos la amistad en la lejana y gris Montevideo. Del Darno solo conocíamos sus versiones más famosas, una de Buitres: El Instrumento en el disco Maraviya y la otra del disco Frente a Frente de La Trampa: De despedida. En aquellos tiempos pre internet pero con el MP3 como tecnología de piratería por excelencia, yo ya atesoraba varios discos extraídos de mi pasaje por una pasantía en BPS, pero ninguno del Darno. Ya habían pasado dos Pilsen Rock y teníamos claro que nuestra música favorita era distorsionada. Para nosotros El Darno era como escuchar a un tanguero y no era fácil acceder a la discografía de cualquier artista, como hoy en día que está 100% disponible en Youtube o en Spotify.

Pero una mañana en la tele anunciaron la tan esperada presentación del último disco de la última leyenda viva del canto popular uruguayo, acompañado de un fragmento del disco. El tema era “A mis hermanos” y a los dos nos apasionó aquel lúgrube aire con que canta: “Soy de una generación hambrienta, desprovista…” y el Chun-chun-chun de la guitarra que da paso a la última parte y habla de tener las manos llenas de vidrio picado.

Fueron pocos segundos de una canción pero fue suficiente. Conseguimos la entrada y una copia del disco para pasarla al MP3. Yo recorría Montevideo con un aparatito que me habría costado 50 dólares y tenía capacidad para 2gb de memoria. Unas 200 canciones, aproximadamente.

El Ángel Azul sido editado en el 2004. En el medio de la edición y la presentación una serie de desgracias sacudieron al Darno, que ya venía acostumbrado desde los tiempos en que la Dictadura (esa entelequia) le había prohibido actuar en vivo y retirado el pasaporte. Sufrió un accidente que le fracturó la cadera, su hermana se suicidó y se agravó su depresión.

La cita fue el 25 de noviembre de 2006 en la sala Zitarrosa.

Siempre tuve tendencia a la acumulación y guardo memorias digitales de todo lo que he hecho siempre que tuve oportunidad. Un amigo nos prestó una cámara digital y mi Mp3 era capaz de realizar grabaciones. Es la primera vez en 16 años que la escucho. Como aquel poema que cierra el Sansueña, hago esta crónica en tiempo real, escuchando el aire estremecido que vivió mucho más que quien lo dijo. 

El comienzo fue con una proyección de fotografías antiguas con la música de Zurcidor acompañando las imágenes. Luego de eso una versión extraña del Darno en vivo cantando “Love in Vain” y justo antes de que saliera a escena un breve fragmento del tema original por Robert Johnson.
El aplauso fue cerrado. Un Darno con muletas, melancólico, acompañado bien de cerca por su mano derecha Alejandro Ferradás se sienta en una silla al centro del escenario. Tiene 53 años y la salud de un hombre de 70 o más. Comienzan tocando algunos temas del Angel Azul en mismo orden la que da nombre al disco, luego pasan a dos clásicos: “Un transeúnte” y “De corrales a tranqueras”, con la variación letrística en el último verso: “De Corrales a Curtina, cuántas leguas quedarán”. En la grabación se escucha la voz impecable y afinada perfectamente, pero angustiada, como cansada de soportar el peso frágil de su propia existencia. Se lo escucha haciendo algunas bromas, siento algunas risas de Jonathan y mías, no recuerdo ahora a qué tipo de gestos responderán. Sí las fotos atestiguan que en un momento cerca del final se paró y caminó hasta el frente del escenario y levantó ambos brazos como si se tratara de un ángel, el Ángel Azul (blue significa triste en inglés-nota de un imaginario traductor). Otros gestos que la cámara registran: Apuntar con sus muletas como si se tratara de una carabina o una bazooka en alguna parte instrumental de algún tema, las muletas en los hombros y el gesto de soplar como si de un trombón se tratara, la mano levantada haciendo la “V”, el puño en alto del “Hasta la victoria siempre”.

En las presentaciones de los temas se olvida un poco de los nombres de los invitados, dice muchas veces “Este..” seguido de largas pausas. Le pregunta a sus músicos por el orden de los temas que vienen a continuación, juega con la aliteración del nombre del compositor de “Estudio sobre caballos”: Eduardo Seoane Seoane, y repite varias veces: “Seoane Seoane Seoane…” El público cómplice y esperanzado se lo festeja. Las versiones del citado tema y de “Nosotros los cantores” es acompañado por una flautista cuyo nombre se pierde entre la salva de aplausos.

Al final de esos dos temas un largo silencio invade la sala, el Darno se excusa pidiendo perdón por cansarse de cantar y una voz femenina grita su nombre desde la platea: “Eduardo!” “Nosotros te queremos Eduardo!”. Cuando habla el Darno adopta un acento y un tono sumamente característico, un tanto abrasilerado si se quiere, o “Afrancesado” y la voz meliflua llena de pausas, “Este…”, disgresiones, anécdotas al pasar y chistes varios. Habla del compositor del tema que sigue, director de la sala en ese entonces: Víctor Cunha. Discute consigo mismo acerca del género musical del tema que sigue. Dice “Esto nos es un blues, y está bien, no es un blues, es una baladita así nomás, más parecida a un vals una chamarrita yo que sé…” Su voz se quiebra en las últimas estrofas, Es una canción demasiado nostálgica para quien haya vivido en el Tacuarembó de los Años sesenta, leyendo a Ginsberg, a Poe, a Quiroga, escuchando a Donovan y a Dylan, los Beatles. “Olvido mis años en este cantar, olvido mis años en este cantar, se fueron los años en este cantar”. El llanto lo obliga a una pausa de unos minutos y la grabación se corta en ese momento. La cámara lo registra solo en el escenario, la banda lo ha dejado allí sentado.

La segunda grabación comienza con la voz del Darno disertando acerca de la melodía y el canto “Cuando en realidad la parte musical es la principal, no tengan la menor duda” Pregunta si hay alguien del departamento de Rivera. Reivindica su infancia en Minas de corrales y lo relaciona con el tema de Osiris Rodríguez Castillo que ya cantó en la primera parte. Habla de que su padre era Batllista y de izquierda, como se les decía en aquellos años: “Comunista chapa 15” y por esa razón no podían ejercer sus respectivas profesiones, su padre médico y su madre maestra. Dedica “Nieblas y neblinas” a su Padre, a su Madre y a su Hermana, quienes ya habitan la pureza implacable del olvido. El tema no lo había escuchado nunca en mi vida pero esa vez me impactó su inicio: “Como hoy no cumplo años pero igual me llora el día…” Fue es y será uno de mis temas favoritos de toda su discografía, si es posible elegir alguno en particular. Si no recuerdo mal, ese tema lo cantó de pie, adoptando una actitud de Crooner, quieto y rígido concentrando su atención en el micrófono únicamente. La banda en oscuras y una luz cenital alumbrándolo. 

El último tema lo encuentra un poco cansado, felicita la buena idea de haberle puesto el nombre de Alfredo Zitarrosa y da inicio a “Entre el micrófono y la penumbra” pero se interrumpe pues olvida la primera frase. La banda se detiene y Shyra Panzardo le indica como es la letra, pero él cambia de idea y dice: “Quiero cantarle una canción a Patricia” (el nombre de su última compañera) y comienzan con “El prisionero de la parada”, balada tierna, vibrante de poesía y erotismo. “Saraieeevo, saraieeevo, que batiste a tu alteza imperial…”

Seguramente habían más canciones programadas para ese show, pero hay que cuidar la frágil salud del artista. Entre aplausos y los abrazos de sus músicos se despide del escenario, acompañado una vez más por Alejandro Ferradás. 

Al terminar el show me crucé con Tabaré Rivero y le pedí el correo electrónico para poder realizarle una entrevista que hasta el día de hoy tenemos pendiente.

Nadie lo sabía, pero fue ese el último recital de Darnauchans. Al salir nos regalaron una coqueta tarjeta azul donde se nos invitaba a un segundo recital para dentro de dos semanas. Poco después el Darno caía gravemente enfermo (ya lo estaba en ese entonces), falleció su compañera y la depresión se le agravó.

El parlamento votó una pensión graciable de $8000 que nunca llegó a cobrar. Falleció en la madrugada del 7 Marzo de 2007. Dicen que su última frase a la muchacha que lo cuidaba fue: “No te asustes si me escuchas llorar, voy a estar leyendo a Shakespeare”.

Lista de temas

A mis hermanos

Algunos Reproches

Canción de quien se sabe nadie

El ángel Azul

Un transeúnte

De corrales a Tranqueras

Granito de Arroz

Canción de Robinson Crusoe

Estudio sobre caballos

Nosotros los cantores

En Tacuarembó si te parece

Entre nieblas y neblinas

El prisionero de la parada.

Banda

Alejandro Ferradas como guitarrista

Shyra Panzardo al bajo

Gustavo Echenique en la batería

Guzmán Peralta en la guitarra

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