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Otros gustos… otros sabores

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Hoy vivimos en un mundo muy diferente al mundo en el cual crecimos quienes llevamos vivido medio siglo de vida o más. Antes era todo más limitado, incluso en lo que refiere a comidas, bebidas, golosinas, etc.

Eran tiempos de café negro con fariña o gofio, cocoa con agua, avena con leche y con agua. Los postres se limitaban básicamente en harina de maíz con leche, mazamorra con azúcar, los dulces caseros (de leche cortado, boniato, higo y zapallo). Arroz con leche, cremas echas con harina o maicena con azúcar quemada o canela molida por arriba, y allá cada tanto los postres «Royarina».

Los niños de entonces no teníamos ni por asomo esa gran variedad de golosinas que existen hoy. Antes había que conformarse con caramelos, rapaduras, manicetes, chupetines, galletitas Maria, chicles (Ploc, Cowboy y Adams), maní con chocolate, bombones y barritas de dulce de leche.

En el almuerzo los guisos, polenta revuelta o con tuco, ensopado, poroto y ensalada eran los números puestos durante toda la semana, y los domingos era infaltable el fideo con tuco.

Durante la semana generalmente estaba la clásica jarra con agua sobre la mesa, mientras que los domingos se preparaba «Jugolín» o los refrescos «Royarina», y allá cada tanto aparecía alguna botella de Coca Cola o de Crush.

También los preparativos para navidad y fin de año eran muy distintos. Por lo general los panes dulces y los budines eran hechos en casa, en los hornos de las cocinas a leña. Las ensaladas de frutas se hacían solamente con frutas de estación que eran las únicas frutas que entonces se encontraban en el mercado. Las churrasqueras y los parrilleros eran muy escasos, por lo cual era común los asados con el fuego en el suelo. Eran tiempos en los que el vino era por lejos la bebida alcohólica que más se tomaba, y la gente era muy localista, ya que los vinos más tomados eran de bodegas locales como Pacher, Profumo, Carlin y Juancito.

Los bizcochuelos para las tortas de cumpleaños se hacían generalmente en los hornos circulares con un agujero en el medio, hornos estos que se colocaban encima de los primus.

En verano los niños, cuando conseguíamos alguna moneda, íbamos corriendo al almacén a comprar «helado». Le llamábamos helado al jugo de preparar que ponían en cubetas en el congelador de las heladeras, y en cada repartición le colocaban un escarbadiente para después tomarlo desde allí. En las primeras chupadas el «helado» tenía sabor, pero luego lo que terminábamos chupando era simplemente hielo.

Para quienes vivimos aquellas épocas, mirando la gran variedad de gustos y sabores que hoy se pueden degustar, podemos decir que en esto los más jóvenes nos van ganando por goleada.

Artículo de Revista La Estrella, Tacuarembó

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